A propósito de esta efeméride que se celebra cada 22 de septiembre, en haras de lograr ciudades y sociedades con una movilidad más eficiente y sustentable ambientalmente, desde Multimodal queremos recordar un par de conceptos básicos sobre los que fundarse. Ideas sobre la peatonalidad, el ciclismo urbano y el uso del transporte público y semi-público, son necesarias para no errar el camino.
1.
La bicicleta es un vehículo
Como lo hemos remarcado años anteriores desde Casa Ciclista, nos parece interesante ahondar en esto: ya se ven muchos menos casos, pero se debería corregir cuando alguien se refiere a la bicicleta y los vehículos como cosas diferentes: la bicicleta forma parte de ese grupo.
2.
La principal vía ciclista es la calzada vehicular
Atado con lo primero, y siendo que las calles urbanas están preparadas y construidas para recibir el tránsito de vehículos urbanos como la bicicleta, y aunque parezca obvio, hay que remarcar que la calle es la principal vía de tránsito ciclista, junto con el resto de los vehículos. Esto es importante remarcarlo ante la cantidad de manifiestos y reuniones donde se anuncia la voluntad de darle infraestructura a la bicicleta, refiriéndose a bicicarriles: no, la infraestructura ya existe y es la misma calle donde transitan todos los vehículos urbanos.
3.
Una metrópolis necesita transporte masivo
Cuando las ciudades crecen regionalmente y se conforman conurbanos o áreas metropolitanas, la escala del transporte sube de nivel: ahí es donde los ómnibus en tramos interbarriales pasan de ser una ventaja a ser una necesidad, y los trenes de cercanía lo mismo en la escala metropolitana, se empiezan a perfilar como un motor de desarrollo social, económico y territorial, para que la sociedad deje de moverse individualmente toda junta de un punto a otro en horarios parecidos, y empiece a utilizar transporte público masivo, una prestación que sólo puede hacerse con trenes o coche-motores ferroviarios.
Aún más en los tiempos que nos marca la pandemia, que reduce la capacidad del transporte público, contar con un sistema de mayor capacidad de pasajeros es fundamental para que las actividades sigan en marcha y el T.P. cuente con distanciamiento social, y no sea un foco de contagios.
4.
Los conductores somos peatones
Ya sea que nos manejemos comunmente en bicicleta, en moto, en auto o en colectivo, cuando bajamos de nuestro vehículo, terminamos el recorrido caminando. Todos en definitiva somos peatones, y por eso tenemos que tener máximo respeto por los otros cuando están en esa condición, que es la menos aparatosa y forma más sencilla, económica y ecológica de trasladarse.
5.
Nuestro vehículo no nos define
Un poco conectado con lo anterior, es un error tratar a los usuarios del transporte y la red vial como tribus. Somos ciudadanos que usamos los modos de transporte de manera dinámica, y quien a la ida puede ser un peatón, a la vuelta puede ser un conductor de bici, un usuario de colectivo, o un conductor de auto. Cuando circulemos, miremos a los otros a la cara, ahí empieza la convivencia vial.
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